
Casa sitiada.
Cobran importancia las pequeñas cosas de la casa, los platos sin fregar, la radio con sus noticias matutinas, los ruidos de la estructura de madera cuando empieza a calentar la casa, lavar la ropa, hacer un café y hablar por teléfono. Las habitaciones, once en total, suelen estar vacías hasta que un fin de semana o un día especial llegan los miembros de la familia. Entonces la casa adquiere otro color, más cálido. Pasa del azul al rojo. Normalmente, es cierto, tiene visitas cuando hace buen tiempo. Eso ayuda a la transformación.
Es verdad que, de cuándo en cuándo, traen a casa alguna cosa nueva. Siempre queda una camiseta en el dormitorio de arriba, unas zapatillas en la entrada, botellas de vino o algún artilugio. La última vez, mi hermano trajo un telescopio. Parece bueno, pero todavía no lo hemos utilizado porque ha estado nublado durante meses. Seguro que veremos Orión de una vez por todas. Probablemente en verano.